sábado, 8 de marzo de 2008



LA INTERVENCION CON FAMILIAS
DESDE UNA POSTURA CONSTRUCTIVISTA
“Nunca aprendo nada hablando sólo aprendo algo cuando hago preguntas”
Los escenarios institucionales y/o comunitarios que se crean para la atención a familias son, ante todo, contextos interaccionales en los que las personas, los recursos y los procedimientos se conectan para efectuar procesos que tienen como propósito favorecer el funcionamiento de la familia como contexto para el desarrollo individual y social.
La manera como se estructuran los programas tiene que ver esencialmente con la epistemología que los inspire y los respalde. De ahí que no podamos perder de vista que, como profesionales, estamos participando de un movimiento social imbuido por la búsqueda de una nueva concepción de ciencia y de nuevas teorías sociales cuyo norte es la construcción de una convivencia más sana
La familia de hoy, una familia cambiante, diferente, colmada de responsabilidad social y de añoranzas por hacer lo mejor, nos reclama más optimistas y propositivos que pesimistas y enjuiciadores. Mas que acciones concretas con la familia se presentan algunos elementos que integran una postura facilitadora de encuentros con ésta, que permiten co-crear sentidos conducentes a comprender que puede cambiar lo que la perturba.Nuestro papel en cumplimiento de los principios éticos que orientan nuestro ejercicio profesional, es facilitar la evolución de la familia a partir de procesos reflexivos con ella. En esto, nos queda un gran camino por recorrer.
1. LA FAMILIA HOY: RIESGOS Y OPORTUNIDADES
Como dice Anthony Giddens, “ De todos los cambios que ocurren en el mundo, ninguno supera en importancia a los que tienen lugar en nuestra vida privada- en la sexualidad, las relaciones, el matrimonio y la familia -“ Podemos observar algunas tendencias en la familia de hoy si la comparamos con la tradicional. Si bien siguen siendo el principal nicho afectivo para la protección, la socialización y el desarrollo de los seres humanos, observamos en las familias numerosos cambios que son comunes (aunque consideramos las peculiaridades de orígenes, historia, condiciones sociales, políticas, etc) por ejemplo:
§ Disminución de la familia numerosa de raigambre rural y predominio de familias urbanas pequeñas.
§ Descenso de la fecundidad y aumento de prácticas anticonceptivas y de las relaciones sexuales por fuera del matrimonio.
§ Aumento de uniones libres que demanda reorganizar derechos y obligaciones
§ Incremento de las rupturas matrimoniales y nuevas parejas.§ Incursión de la mujer en el mundo académico y laboral, lo cual la lleva a participar como co-providente económica del hogar y genera la necesidad de delegar en otras instituciones de apoyo como la escuela y la familia extensa, el cuidado y la educación de los hijos. Unido a esto, el hombre empieza a participar mas de las funciones afectivas y de cuidado de los hijos y en labores domésticas que, hasta entonces, eran asumidas exclusivamente por la mujer.
§ Se incrementan los hogares pobres con jefatura femenina.
§ Aparición de madres y padres adolescentes quienes, generalmente, tienen que ser apoyados económica y socialmente por sus familias para el sostenimiento y la educación de sus hijos.
§ Aumento de la esperanza de vida, lo cual trae cambios en la pirámide poblacional tendiendo a familias con mas adultos y con menos niños y jóvenes.
§ La sobrecarga laboral, la informática y telecomunicación, el apremio de “hacer y vivir muchas cosas” disminuye la frecuencia y probablemente la calidad de las interacciones entre sus integrantes.
Como efecto de todos estos cambios, contamos con una amplia gama de tipologías familiares: La nuclear, la extensa, la mono-parental, las parejas sin hijos, la compuesta, la unipersonal, la simultanea, los grupos fraternos, parejas de homosexuales, apoyo en red con los amigos mas que con los parientes, etc.
Estos cambios, indiscutiblemente imponen nuevos retos para nuestro accionar profesional con la familia, puesto que ella enfrenta nuevas demandas que atender y múltiples potencialidades que desarrollar en bien de sus integrantes, de la familia y de la sociedad. Nuestra intervención profesional con la familia debe enmarcarse en el conocimiento y la comprensión de esta realidad cambiante. Solo así será posible lograr la coherencia necesaria para fortalecerla como unidad de desarrollo individual y colectivo. Es importante recordar que la solución a los problemas deba encontrarse en el marco de los sistemas contemporáneos.
La familia está cambiando y puede ocurrir que el terapeuta ejerza inadvertidamente presión para que acerque al modelo tradicional considerando desde el discurso cultural “ lo normal”
Lo esencial es determinar en que contexto actuamos, para desarrollar la terapia dentro de ese contexto y construir un sistema más amplio, más profundo, que influya en la vida de muchas familias, especialmente en los problemas de los niños. Si registramos y respetamos la fuerza de la familia y su motivación subyacente (que en muchas situaciones es altruista) podemos acrecentar esa fuerza. El ser humano posee un notable repertorio de conductas positivas, muy probado; sólo necesitamos reconocerlo y usarlo en beneficio de todos.
2. ALGUNOS POSTULADOS BASICOS DEL CONSTRUCTIVISMO
El Constructivismo es una epistemología desde la cual se ve al hombre como constructor de conocimiento; su actividad constructora es lo que le permite adaptarse al mundo”. Según Wittgenstein, el lenguaje es la forma de vida del ser humano que le ha permitido a los hombres construir colectivamente herramientas e instrumentos con los cuales modifica su entorno, lo humaniza y lo hace vivible. Estos instrumentos se construyen en un contexto social y gracias a la imaginación, la discusión, la reflexión, la observación, la experimentación y los afectos.
El Constructivismo no niega la existencia de verdades, lo que niega es que éstas sean absolutas y objetivas, es decir, una copia de la realidad. Kelly, afirma que "el hombre crea sus propias maneras de mirar el mundo en el cual vive, el mundo no es creado por él....Cada individuo formula en sus propias maneras, es decir, constructos a través de los cuales observa los eventos del mundo y actúa en consecuencia... un constructo es una interpretación de una situación y no es en sí mismo la situación que interpreta." Es importante tener en cuenta que, un constructo personal puede ser reelaborado por un observador en el momento en que éste le da un significado diferente al original. Por esto no es posible que haya construcciones idénticas de la realidad en diferentes personas y, en este sentido, la experiencia es un conjunto de eventos construidos de manera subjetiva. El hombre al construir experiencia formula hipótesis, sean ciertas o no, sobre el mundo y sobre las relaciones de unos eventos con otros.
Enmarcados en esta concepción, queda claro que los Terapeutas no somos ni actuamos como portadores de verdades absolutas. Somos ante todo, seres dialogantes en interlocución con las familias para construir junto con ellas explicaciones y significados nuevos para lo que les ocurre y para inventar nuevas maneras de organizar sus relaciones y sus vidas. No se trata de cambiar toda su idiosincrasia, su historia e ideología familiar, sino aquellos aspectos de su dinámica que las están tensionando y generando dificultades que de no ser atendidas, se podrán ahondar cada vez hasta niveles más preocupantes
3-INTERVENCION CON FAMILIA DESDE UNA POSTURA CONSTRUCTIVISTA
Para la intervención profesional con la familia de hoy, se requiere en nosotros un pensamiento complejo que de cabida a la auto-observación y a la autocrítica y que nos permita considerar las crisis no como desorden y caos, sino como momentos de búsqueda de opciones nuevas y más constructivas.
·CO-CONSTRUCCIÓN CON LA FAMILIA Vs. EL SABER DEL EXPERTO
Por mucho tiempo prevaleció entre nosotros la idea bien intencionada de que éramos capaces de liberar a las familias de sus problemas con nuestros conocimientos. El saber y la experiencia del terapeuta es un elemento positivo para el trabajo con la familia. Su participación en el proceso de resolución de los conflictos es posible si asume una actitud de colaborador y testigo, a la vez que es capaz de enriquecer las visiones, las explicaciones que trae la familia, las cuales ésta denota como inmodificables y estáticas. Además del saber, la familia necesita encontrar en el profesional: calidez, atención, comprensión, aliento y capacidad persuasiva.
La tarea del profesional, al trabajar con familias, es vincularse en una conversación en la que él deja de ser directivo, jerárquico y experto. El cambio no es a priori, determinado por un especialista, ni fruto de la mera intuición de las familias que consultan; el cambio es una invención novedosa que surge cuando éstas y el profesional re-inventan en cada entrevista las experiencias, para hacerlas mas gratas. Nuestras acciones en cada entrevista deben dirigirse a crear y sostener diálogos que permitan el fluir constante de estas nuevas experiencias. Para esto nos corresponde ir conectando los datos que la familia presenta como si fueran aleatorios. Es en este punto es donde se ve realmente la habilidad y se pone en juego la experiencia del profesional.Hemos sido bastante propensos, tal vez en respuesta a los requerimientos sociales frente a nuestro que hacer, a establecer vínculos con las familias que fomentan la perpetuación de una relación complementaria en la que el terapeuta es definido como dador de soluciones y las familias como desvalidas y poco preparadas para resolver sus problemas y, por ende, deben recibir lo que les ofrezcamos. Las tendencias modernas en este sentido, nos convocan a reencuadrar esta relación partiendo de que la familia tiene sus propios recursos y cierta idoneidad a partir de sus experiencias vividas.
Sentirnos expertos nos puede hacer caer en la trampa de que la ayuda a las familias puede hacerlas cada vez más dependientes y requerir ayuda permanente. Se trata, ante todo, de permitir que cada familia participe activamente y asuma el control de su proceso, logrando que se vea a sí misma mas allá de sus problemas y no circunscrita por ellos.A través del proceso se procura compartir con la familia la manera de identificar las situaciones que le generan malestar y abrir nuevas perspectivas de acción que le permitan modificar, no solo los significados negativos de éstos, sino también sus relaciones internas. Como no siempre es posible que las familias cambien las realidades que las perturban, tal vez nuestra principal acción profesional consista en ayudarles a cambiar sus significados y aspiraciones para que se acomoden a sus realidades.
Es importante sostener una actitud optimista, esperanzada, aunque no ingenua. De cada crisis, la familia puede sacar oportunidades y no solo quedarse atónita ante el peligro. Lo que en el fondo le aportamos a las familias, no es un saber absoluto e incuestionable que por demás no existe, sino la capacidad que tengamos para escucharlas, respetarlas, comprenderlas y ayudarlas a comprender, de diferentes maneras, lo que les ocurre. En estos términos, nuestro papel será estimular lo que ya tiene que no saben que tienen, en lugar de indicarles directamente que hagan lo que tienen que hacer. Cada familia sabe mejor lo que tiene que hacer, el asunto es que podamos ayudarlos a hacerlo de manera más fácil.
LA VISIÓN CIRCULAR VS LA EXPLICACIÓN LINEAL
Hemos vivido en medio de una tradición lineal que ve los problemas relacionales como unidireccionales de tal forma que lo que padece un individuo generalmente es visto como causado por la acción de otros. Como dice Gregory Bateson: “ El pensamiento lineal (…) generará o bien la falacia teleológica (de que el fin determina el proceso) o bien el mito de alguna instancia sobrenatural de control. Lo cierto es que cuando los sistemas causales se vuelven circulares, un cambio en una parte del círculo puede considerarse como causa de un cambio, en un momento posterior (…)”
Usualmente cuando una familia inicia un proceso de ayuda, señala a uno de sus miembros como el culpable de todo lo problemático que están viviendo. Amparados en una concepción lineal, procederíamos a centrar todas las posibilidades del cambio en este individuo, con lo cual, no aportamos nada nuevo a la explicación que trae la familia ni a la solución de sus dificultades. La visión circular se nos ofrece como posibilidad e invitación a trabajar con el sistema de relaciones de una familia y no con sus individuos aislados. “(…) una relación es siempre un producto de doble descripción. (…) La relación no es interior a la persona individual. No tiene sentido hablar de ‘dependencia’, ‘agresividad’, ‘orgullo’, etc; Todas esas palabras tienen su raíz en lo que ocurre entre personas (…) esa explicación, que desplaza la atención del campo intrapersonal a un artificioso instinto interior (…) es un gran disparate que no hace sino ocultar los verdaderos interrogantes.”
Visto así, el trabajo con la familia se orienta a que sus integrantes comprendan cómo las acciones u omisiones de cada uno y la conexión de todas sus conductas, refuerzan el problema y cómo modificarlas para construir entre todos, la solución a éste.Además, cualquier problema en el que se pueda identificar la familia como actuante, debe verse desde una perspectiva más amplia que vincule a todos sus miembros y en muchos casos, a la familia con otras estructuras organizativas sociales que tienen la función de apoyarla en el cumplimiento de sus funciones y en la satisfacción de sus necesidades.Problemáticas agudas como la delincuencia, la drogadicción y la violencia surgen a partir de las debilidades en el tejido interconectivo entre la calidad de la familia y su acceso a servicios de gratificación apoyo a sus requerimientos como grupo e individuales de sus miembros. Por esto, algunas veces el trabajo con las familias amerita intervenciones conjuntas de una red de instituciones, servicios y programas que permitan un abordaje más integral.
La visión de profundidad implica que establezcamos, cómo se ligan las instancias individuales, familiares y sociales, puesto que todas son interdependientes y en alguna medida están presentes en la problemática particular de una familia. El reto es establecer con cada familia una relación cooperativa evitando posturas verticales de roles asistenciales basados en concepciones positivistas – lineales.
LA INTERROGACIÓN CONSTRUCTIVA vs ACTITUD INSTRUCTIVA DEL PROFESIONAL
Cuando asumimos una actitud instructiva de decirle a las familias qué, cómo y cuándo hacer algo para resolver lo que les preocupa, estamos adoptando una postura basada en la premisa estratégica según la cual, la comunicación opera como el medio principal para que cada individuo influya en las acciones de los demás. Esto implicaría que actuemos como sabelotodos, escojamos cada palabra con sumo cuidado, la incluyamos en la conversación en el momento oportuno y nos aseguremos que su contenido sea entendido y asimilado tal y como lo esperaríamos. Desde esta perspectiva podríamos decir que asumimos un papel manipulador en tanto esperamos que la familia haga lo que le indicamos y de no hacerlo, la catalogamos como poco comprometida en el proceso.
Es inevitable que nuestras propias dimensiones personales, es decir, las actitudes, creencias, valores, estilo interpersonal y relatos personales, estén presentes en la dinámica de la relación que establecemos con las familias. Por esto, la intervención instructiva que hagamos nos pondrá ante el inminente riesgo de responder mas a nuestros perfiles individuales que a los requerimientos específicos de ellas.
La formulación de preguntas a cada uno y todos los integrantes de las familias que acuden a procesos de orientación y asesoría, tiene unos efectos muy importantes en ellos, en tanto los lleva a generar nuevas respuestas frente a las situaciones que han definido como problemáticas.
Las preguntas permiten al profesional mantener una postura más respetuosa que los comentarios, las interpretaciones y las prescripciones directivas que éste puede emitir. Dichas preguntas deben referirse a las pautas de interacción que comparten entre sí los miembros de la familia. Cada pregunta se convierte en una apertura que desplaza la atención de lo que sucede en cada individuo a lo que ocurre entre todos los implicados en la situación, inclusive, agentes externos a ésta. Se debe preguntar sobre las experiencias vitales de la familia en la medida en que se vincule con sus problemas y con el contexto social en el que transcurre su vida. Tomando como referencia el principio de la comunicación humana según el cual “el que escucha y no el que habla es quien determina el significado de una expresión”, hay que tener presente que con solo decirle a una familia lo que debe hacer, no necesariamente es lo que hará. Cada familia asimila y construye según su propia lógica lo que hace y cómo lo hace, a partir de lo que descubra o comprenda en la relación de cooperación con el Terapeuta.
Es preciso desde esta óptica, quitar peso a nuestro papel como instructores confiados plenamente en nuestra capacidad de influir sobre las conductas y los marcos valorativos de las familias que nos consultan. Esta postura se basa en el principio de generación recursiva que plantea que cada sistema se alimenta a sí mismo, por consiguiente, no se puede determinar ni analizar con total certeza cómo se introduce el cambio.Las preguntas permiten no sólo que el profesional observe el dialogo entre los miembros de la familia, sino que ellos mismos se escuchen y conozcan maneras de pensar mutuas que, a lo mejor, ni sospechaban. Estos no necesariamente tienen que estar presentes para ser respetados y comprendidos. A los que están y participan directamente del proceso, se les hacen preguntas para que se pongan en su lugar; se les pregunta por ellos, lo que hacen, lo que les preocupa, lo que expresan frente al problema, lo que dirían, lo que aceptan, lo que estarían dispuestos a hacer con miras a la búsqueda de soluciones, etc. De esta manera, la conversación y, por lo tato el proceso de orientación o asesoría, los incluye y los considera, no en términos excluyentes, sino como partes fundamentales en éste.El diálogo con la familia ha de ser promovido por la curiosidad, el interés, y la empatía, sobre la creencia de que la gente es capaz y requiere comprenderse a sí misma, lo que le acontece y cómo se afecta recíprocamente con su entorno vital. Esto se opone a la postura paternalista que imperó por mucho tiempo en el ejercicio de nuestra profesión influenciado, lógicamente, por el modelo de desarrollo imperante.En nuestro trabajo con la familia, día a día, estamos ante la necesidad de saber distinguir a quién le preguntamos, qué preguntamos y cuál es el sentido que se va construyendo en la cadena de preguntas y respuestas. No se trata de preguntar para satisfacer una curiosidad o para llenar un formato estandarizado que requiere la institución, sino de crear en el diálogo consensos para incorporar nuevos contenidos respecto a lo que cada uno espera de los otros en el contexto íntimo de la familia.Preguntar, observar y escuchar, nos permite ser más coherentes en lo que pensamos de la familia como sistema auto-organizado, a diferencia de la postura basada en indicaciones sobre qué hacer, como si se tratara de un grupo determinado por instrucciones provenientes del exterior. Nos damos permiso de preguntarnos y de preguntarle a la familia, de tal forma que en la conversación emergen preguntas que introducen respuestas y con ellas, nueva información que es, precisamente, la que hace la diferencia y la que propicia el cambio.Las preguntas acerca de cómo se retroalimentan las conductas de los miembros de la familia, particularmente en relación con la situación problemática, tienen el efecto de ponerla como observadora de sus propios pensamientos, emociones, creencias, comportamientos interconectados, posibilitando la diversidad de puntos de vista que, a simple vista, pueden parecer contradictorios, pero que, en el dialogo compartido sobre ellos, pueden captar de qué manera se complementan, se refuerzan y, por consiguiente, podrán definir cómo modificarlos si les están suscitando dificultades. Así, la familia no deposita en un solo individuo la responsabilidad del cambio sino que comprende lo que cada uno ha de hacer para lograrlo.
LA DEFINICIÓN DEL PROBLEMA DESDE LA FAMILIA V/S EL DIAGNÓSTICO DE LA FAMILIA
Teóricos como Gregory Bateson, para quien el “mapa no es el territorio” y constructivistas como Humberto Maturana, sostienen que cada uno de nosotros vive en un mundo de experiencia privada y que las palabras y frases que cada individuo y cada familia utilizan, son expresiones de diferentes mundos de experiencia.
Esto nos lleva a aceptar que “... la definición de un problema es muy relativa y depende de los significados construidos socialmente a través del dialogo y la interpretación de las acciones en un contexto relacional” El diagnóstico de las familias en la práctica profesional ha estado ligado a una postura realista en la que, al situarnos, decimos: “n esa familia lo que ocurre es...” y seguidamente le atribuimos una categoría que la clasifica como funcional o como disfuncional, según responda o no a cánones culturales y/o teóricos que concebimos como ideales, desconociendo así, que cada familia construye unos patrones que no siempre son sentidos por ella de la misma forma que los cataloga el profesional
Tradicionalmente hemos mirado a la familia basados en nuestros modelos normativos y si se alejan de éstos, trazamos una intervención que, a nuestro modo de entender, encaminaría a la familia hacia el cauce del que se estaba desviando. Desde esta postura, tratamos de armonizar con las familias sin forzarlas y estableciendo con ellas diálogos que le permitan, en su propia dinámica, modificar lo que les hace daño. Hemos de proceder con mayor recato en tanto nos ubicamos como observadores que describimos lo que percibimos.
Admitimos que dos profesionales ante una misma familia, pueden explicar a su manera, inclusive diferente a como lo haría la familia, lo que le sucede a ésta. Es lo que llamaba Von Foerster la Pregunta indecible, “aquella en la que no hay forma de aseverar quien tiene la razón y quien se equivoca”. Una propuesta más práctica es reemplazar nuestra tendencia a centrarnos en lo problemático, lo dificultoso, lo que hace falta, por la generación de nuevas salidas, el descubrimiento o la invención de fortalezas y alternativas que posee cada uno y la familia en su conjunto. Vista así, ésta es una práctica renovadora en nuestra labor en cualquier marco institucional en el que estemos. Se trata no de prejuzgar la naturaleza del problema sino llegar a la redefinición del mismo.Cuando una familia tiene dificultades que la llevan a solicitar ayuda profesional, por cuenta propia o por derivación, conviene que tengamos en cuenta observar de qué manera cada integrante influye en los demás, en sus transacciones recíprocas, creando pautas que fortalezcan o limiten la visión que cada cual tiene de sí mismo y de los otros.
El problema de una familia es una co-construcción que han hecho sus miembros de un significado que no les gratifica y que los tensiona. Es necesario concebir la familia como un contexto interpersonal en el que cada uno desarrolla la idea de sí mismo, del mundo y se traza unas expectativas respecto a los otros. Así, damos cabida e importancia a las descripciones múltiples y a los significados diversos de la familia evitando encasillarla en un diagnóstico que siempre va enfocado a poner el énfasis en el déficit familiar. Debemos partir ante todo de reconocer las expectativas de mejoría y cambio que trae la familia. No somos los profesionales quienes las trazamos desde nuestra perspectiva valorativa y emocional, ni quienes determinamos quién, qué y por qué cambiar a la luz de un mapa teórico. Es en la experiencia compartida con la familia donde surgen sus propias iniciativas de cambio.
COMPRENSIÓN DEL PRESENTE Y POTENCIACIÓN DEL FUTURO vs ESCUDRIÑAR EL PASADO
Hasta hace muy poco, el empeño de los profesionales vinculados a programas de atención en salud, educación, rehabilitación, participación comunitaria y bienestar social en general, estaba centrado en indagar el pasado; con la idea, no del todo equivocada, que sólo así era posible ubicar en su historia las causas de sus dificultades actuales. Si bien, esta forma de abordar la familia puede ser esclarecedora y modificar en alguna medida la cosmovisión y la conducta de ésta, también muy probablemente conduce a la autojustificación que la convierte en una víctima de las circunstancias o de lo que pudo ser y no fue. El pasado suele ser azaroso, máxime si se le revisa con el ánimo de encontrar el origen de los problemas.
La propuesta desarrollada a la luz del Constructivismo, nos pone frente al reconocimiento de que las tres dimensiones del tiempo tienen su significado en el proceso de cambio de la familia:
- El pasado se puede considerar como fuente de explicaciones posibles para organizar el futuro
- el presente, como espacio de reflexión y diálogo en el que se conectan pasado y futuro. Es en el presente donde la familia está viviendo la situación problemática que la tiene confundida y que la ha llevado a buscar ayuda. Como afirma el conocido terapeuta Italiano Luigi Boscolo “…todos los problemas (por los que consulta una familia) son problemas del presente. Por eso un paso preliminar consiste en hacer presentes los problemas y, con ellos, las soluciones posibles. Para hacerlos presentes es necesario un presupuesto fundamental: que el pasado y el futuro se puedan trasladar al presente. Que se pueda re-crear un pasado y re-crear un futuro”
-Hablar de futuro con la familia, no es pensar en lapsos prolongados de tiempo. Se trata de ver el futuro como tiempo posible, como tiempo vigente y, a la vez, modificable, como instancia iluminadora de nuevas y deseables alternativas de interacción en la familia. Es en el fluir constante del futuro, en el que es posible construir soluciones, nuevas opciones de relación, renovados significados de lo que ocurre, en definitiva, alternativas para vivir mejor.
Retomando la propuesta del pedagogo brasileño Paulo Freire, la potenciación del futuro se puede entender como el proceso en el que las familias desarrollan un mayor sentido de sus propios méritos y confianza en sí mismas y comprenden que tienen posibilidad de influir más activamente en la construcción de nuevas relaciones intra y extrafamiliares más benéficas. Así, la familia se sentirá dueña de su propio destino y actuará como sujeto de su experiencia. Nos trasladamos, entonces, del empeño por comprender lo que sucedió y quién tuvo la culpa, a poner el acento en lo que la familia puede hacer para enfrentarlo, prevenirlo y manejarlo la próxima vez que ocurra. De esta forma podemos entender que el paso fundamental que da la familia para superar sus tensiones, es asumir su responsabilidad respecto a lo que le ocurre y a lo que desea que le pase.
4. UNA REFLEXION, PARA FINALIZAR...
Necesitamos mucha habilidad para generar estrategias de trabajo interdisciplinario que involucren a todos los integrantes del sistema familiar y social y así potencializar la estabilidad y el cambio de la familia que, como institución, sigue su curso en la historia.
Cada profesional, al establecer relación con una familia, inicia con ella un recorrido para descubrir posibilidades que tengan sentido para ella y que la asuman como ente activo, capaz de procesar la información que le llega, para derivar de ésta, alternativas de solución a sus dificultades. En la medida en que relativicemos nuestras nociones y posiciones, generamos la posibilidad de construir reglas más apropiadas para el encuentro con la familia que no estén basadas en la noción de patología, sino que tengan como norte la noción de transformación, es decir, la resignificación de las historias familiares que han sido definidas como problemáticas por ellas mismas.
Puede decirse que “La idea de la incertidumbre y la complejidad de la que somos parte... demanda la conciencia que como profesionales en ciencias sociales, debemos trabajar con el desorden y la incertidumbre,lo que implica desarrollar un pensamiento creador y complejo, ...para comprender los procesos sociales que se generan en tales circunstancias”
Dejo a discreción del lector definir cómo y en qué medida incorporar estos elementos en su labor, teniendo en cuenta sus propias preferencias, habilidades y las características del contexto social e institucional en el que efectúa su práctica profesional. Tengo la convicción de que la postura, a la que me he referido como constructivista, puede resultar aplicable y útil para repensar los métodos de intervención con individuos, grupos, comunidades y organizaciones.

SIGNIFICADOS EN EL ENCUENTRO TERAPEUTICO

SIGNIFICADOS EN EL ENCUENTRO TERAPÉUTICO
*MEANINGS IN THERAPEUTIC MEETING*
Publicado en TOG. Revista Terapia Ocupacional Galicia
www.revistatog.com ISSN 1885-527X N° 5. Feb. 2007.
Autor:Molinas de Rondina, Juana Andrea
RESUMEN
Todas las disciplinas se encuentran ante la necesidad de cuestionarse, desde distintos marcos, el sustento teórico de sus prácticas. Creemos que la cuestión de encontrar y proponer significados en la experiencia ocupacional es un punto central de la Terapia Ocupacional. La psicología cognitivo-constructivista ofrece un marco desde donde pensar y sustentar las prácticas disciplinares. Nos proponemos reflexionar, desde este marco, acerca de ciertos aspectos del Encuentro Terapéutico en Terapia Ocupacional, donde más allá del despliegue técnico-instrumental se movilizan fuerzas potentes, se develan significados que abarcan a todos sus participantes
ABSTRACIt is our aim to reflect upon the therapeutic meeting in Occupational Therapy where, beyond the technical and instrumental display, powerful forces are mobilized and meanings which comprise all its participants are revealed.
PALABRAS CLAVE: Terapia Ocupacional-encuentro terapéutico-ocupación- significadoKEY WORDS: Occupational Therapy- therapeutic meeting – occupation- meaning
TERAPIA OCUPACIONAL Y SIGNIFICADO
Desde Terapia Ocupacional se entiende al “ser humano como ser activo por naturaleza, que ocupa su tiempo en actividades encaminadas a responder a sus necesidades y deseos, un ser activo cuyo desarrollo está influenciado por el uso de la actividad con intención, con propósito”. ( APETO,1999)1
Esas actividades con sentido, donde se integra lo subjetivo y lo interpersonal en un tiempo y espacio, dentro de las pautas de una cultura determinada se denominan Ocupación. Es el medio a través del cual los seres humanos dan significado a su vida, mantienen coherencia en su modo de estar en el mundo.
La Ocupación es el “quehacer a través del cual el ser humano se distingue y expresa” (Moruno Miralles2) en su incesante búsqueda de otorgar propósito y significado a la experiencia cotidiana. Es en, y a través de la Ocupación que el hombre sale al encuentro de los otros, se incorpora a la trama simbólica que lo constituye, encuentra un lugar, un sentido.
La propuesta de la Terapia Ocupacional es utilizar la ocupación como medio y como meta de planificación vital generando un espacio de encuentro, un espacio de creación y recreación de significados. Como vemos la cuestión de encontrar, proponer, recrear significados en la experiencia ocupacional es un punto central de la Terapia Ocupacional.
La psicología cognitivo-constructivista ofrece un marco desde donde pensar y sustentar las prácticas disciplinares. Esta teoría sostiene que la realidad no se nos revela directamente, sino que debe ser construida. Las personas atribuyen sentido particular a las experiencias de su diario vivir, le atribuyen significado, el que a su vez organiza y califica las nuevas experiencias. Estas construcciones se organizan en constelaciones de explicaciones, creencias, supuestos, que sirven al propósito de anticipar e interpretar los acontecimientos y las conductas. Proporcionan así esa “mirada personal”, la particular representación del mundo, de sí mismo y de su devenir. Las construcciones de significado surgen en los contextos cotidianos y por tanto son esencialmente relacionales, intersubjetivas, se nutren de las construcciones familiares y culturales que habitamos.
Esas constelaciones de significado se organizan en secuencias particulares, siguiendo una trama que sostiene el sentido de coherencia, de identidad. Son narraciones que, a modo de guión, permiten organizar las experiencias. Y a su vez cada nueva experiencia puede confirmar o resignificar esta historia.Narrar y ocuparse devienen en cursos de acción simultáneos y recíprocos. Dice Gary Kielhofner3, las personas “conducimos y extraemos significado de la vida ubicándonos en narrativas desplegadas que integran nuestro ser pasado, presente y futuro”. Este autor define a las narrativas ocupacionales como “las historias (tanto contadas como representadas) que integran a través del tiempo nuestra volición, habituación, capacidad de desempeño desplegados y los medios ambientes a través de gráficos y metáforas que se suman, asignan significado a estos elementos”.
En actitud comprensiva y contenedora, con atención profunda el terapeuta puede ”ver-escuchar-sentir-comprender” la historia que, en distintos lenguajes, despliega en el encuentro. Tanto se trate de una o más personas, de una institución o una comunidad
En el lenguaje de la actividad, en el recorrido del espacio, en el uso de los objetos, en el ritmo de ejecución, en la palabra, en el silencio, en la demora, este “ser en la ocupación” va narrando algo de sí, va enhebrando historias en una secuencia donde las experiencias cobran sentido. En esa trama hay hilos brillantes y retorcidos, nudos y agujeros. Ese hacer/narrar de determinado modo, con accesos permitidos o clausurados, custodiando rigideces o permitiéndose explorar, manifiesta y constituye al sujeto, al grupo, a la institución
Pero hay un modo de ocuparse y narrar que hace sufrir, provoca malestar y revela impotencia. Dice Kielhofner3 cuando “las personas se sienten capaces y eficaces buscan oportunidades, utilizan la retroalimentación para corregir el desempeño y perseveran para lograr los objetivos. Por el contrario, los individuos que se sienten incapaces y carecen de sentido de eficacia se alejan de las oportunidades, evitan las opiniones y tienen problemas para ser persistentes.” Existen narrativas que abren las puertas del proyecto de vida, posibilitan el desarrollo del sentido de eficacia y poder, habilitan opciones y capacidades, sostienen la estima. Otras historias se enhebran con vivencias de padecimiento e impotencia. Seleccionan de tal modo los eventos que se genera una apreciación pobre, estereotipada de la propia vida, de las posibilidad de acceder a sus conocimientos, recursos y habilidades. Y peor aún, se muestran como la única historia posible: “esto es así”, “siempre fui así”. De este modo se cancela la pluralidad de miradas que tiene toda realidad, se pierde el protagonismo indispensable del vivir. Lo problemático no es esa persona, esa ocupación sino la construcción que se teje alrededor de ellos.
Pero los problemas también son “ ventanas dentro de su sistema” (Greg J. Neimeyer4) A través de lo dicho y no dicho, del modo de enfrentar sus dificultades, en las rutinas y el tratamiento de los objetos se puede comprender y facilitar que el sujeto comprenda cómo se representa a sí mismo y a su realidad. Esos problemas pueden mostrar dónde se aloja lo sufriente, qué es lo infructuoso en el desempeño de sus roles y en el sistema en que mueve. Y así, descubrir la posibilidad de realizar cambios. Nunca hay una sola historia. El terapeuta a través de sus prácticas invita a abrir puertas, explorar modalidades e instrumentos distintos, cambiar el modo de autopercibirse, anima a reiventar la historia.
ACERCA DEL ENCUENTRO TERAPEUTICO
Cada uno de los protagonistas de la situación terapéutica es un activo constructor de significados Cada participante trae al encuentro saberes previos, expectativas, valores, creencias acerca del otro, de la tarea y de la relación a establecer.
La motivación para el cambio, la actitud de compromiso, la inversión de tiempo y confianza resultan factores esenciales para movilizar recursos tanto en el/los terapeutas como en el/los usuarios. Las tareas a emprender han de resultar relevantes, significativas, acordadas para alcanzar los objetivos de ambas partes. Justamente la tarea de acordar y confrontar entre los miembros de ese sistema , entre subjetividades e historias distintas ya es importante motor de cambio
Diversos autores (Fernández Alvarez y Opazo5,2004) señalan que el logro de los objetivos en todo encuentro terapéutico tiene que ver con la capacidad del Terapeuta de inspirar esperanza y proponer una visión alternativa (o más plausible) del ser y hacer en el mundo. Mahoney6 (1991) describe el propósito de la terapia como la realización de una experiencia novedosa a través de una relación de cuidado (caring). La propuesta central del encuentro será, entonces, lograr un espacio de contención empática, protectora, respetuosa, estimulante.
Allí el TO alentará la revisión y resignificación de eventos y ocupaciones, orientando hacia las fortalezas, los recursos, las soluciones (O’Hanlon7, 2003) más que a la atención de los déficits. En acompasado movimientos que respeten y sincronicen con el ritmo de quienes acompaña, el terapeuta facilitará el logro de pequeños cambios que desde los límites propios y del ambiente expanda horizontes.
El espacio terapéutico deviene, según lo dicho, en lugar de encuentro y confrontación de significados . Este ámbito se co-construye entre los que participan, aunque por razones diferentes, en esa tarea. Una de las partes, el paciente, sabe de sí, de sus padecimientos y necesidades. La otra parte, el terapeuta, sabe de su quehacer disciplinar, de su propia historia vital y profesional
El Terapeuta Ocupacional tanto como quienes atiende, es también un constructor de significados. Las apreciaciones diagnósticas surgen de teorías que son construcciones de una cultura profesional determinada La mirada de todo observador está inevitablemente teñida de las propias creencias y valores. El particular modo de realizar sus prácticas refiere a un estilo personal, a experiencias anteriores, a creencias acerca del rol y de su eficacia. Esta condición, lejos de desanimarnos, hace que el encuentro sea un desafío respetuoso y apasionante.Dice Feixas8 (1998) que dado que no podemos dejar de hacer hipótesis ante una situación es importante que éstas “sean amplias, contextuales y circulares, que integren significados y acciones de los participantes en la interacción, que den cuenta tanto de los procesos interaccionales como de la identidad personal, que no se tomen como verdades sino como construcciones, y finalmente, que no nos asuste, sino más bien al contrario, nos complazca manejar varias hipótesis al mismo tiempo”
Cuando miramos el despliegue ocupacional, cuando escuchamos una historia, lo hacemos desde nuestra propia ventana, es inevitable elegir, aceptar, justificar entre varias versiones posibles, pero evitando etiquetas que clausuran opciones
La invitación del encuentro es la misma para todos los participantes: animarse a explorar posibilidades de cambio, co-construir una historia alternativa que ofrezca más posibilidades, encontrar un resquicio para que podamos “ser/ocupar/narrar” de otra manera.
La propuesta es a la aventura de recrear el libreto cotidiano, respetando la materia prima de lo vivido. Se ofrece realizar viaje íntimo y compartido, para aprender y crecer, desde la ocupación.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICA
1-APETO (Asociación Profesional Española de Terapeutas Ocupacionales) Documento Técnico cobre Terapia Ocupacional, en Terapia Ocupacional. Com (Internet), 1999. http://www.terapia-ocupacional.com/Definicion_TO.shtml
2- MORUNO MIRALLES,P ”La ocupación como método de tratamiento en Salud Mental”, en Terapia Ocupacional. Com (Internet), 2006. http://www.terapia-ocupacional.com/articulos/Ocupacion_metodo_tto_salud_mental.shtml
3- KIELHOFNER, G.: “Modelo de la Ocupación Humana, teoría y aplicación”, 3ª Ed., Buenos Aires, Editorial Panamericana, 2004.
4- NEIMEYER, G.” El desafío del cambio”, en NEIMEYER, G.(comp.) “Evaluación Constructivista”, Barcelona, Paidós, 1999.
5- FERNADEZ ALVAREZ, H., OPAZO, R.(comp.) “ La integración en Psicoterapia”, Barcelona, Paidós, 2004.
6- MAHONEY, M “Constructivism in Psychotherapy”, NEIMEYER, G., MAHONEY,M (comp.)(1999). American Psychological Association: Washington, Reseña: Mónica de Celis Sierra, en Aperturas: Revista de Psicoanálisis, Nº 12, Diciembre 2002 (Internet) http://www.aperturas.org/12celisconstructivism.html
7- O’HANLON, B “Pequeños grandes cambios”, Barcelona, Paidos, 2004
8- FEIXAS, G. “Los constructos del terapeuta en la práctica clínica” Discurso inaugural de las XIX Jornadas de Terapia Familiar, en Revista Mosaico Nº 14 (Internet), 1998 http://www.featf.org/mosaico/mosaico14/monograf.htm#1

UNA MIRADA A TO DESDE LA PSICOLOGIA

“UNA MIRADA A T.O.DESDE LA PSICOLOGÍA"

Autor: Psic. Juana Molinas de Rondina
Actas del 1er Encuentro de T.O del Litoral “ Entre - cruzados y paralelas”Centro de Publicaciones UNL- Santa Fe- 2001

Resumen del Trabajo:A partir de la observación del incremento de la demanda curricular en la formación del Terapeuta Ocupacional de abordajes humanistas y de la creciente apertura de campos profesionales ligados al quehacer psicosocial, se procura reflexionar en este artículo sobre los aportes que puede brindar la Psicología en estas cuestiones.Esa “mirada desde la Psicología” recorre distintas facetas en la reconstrucción polidimensional de los aconteceres del Terapeuta Ocupacional:- es la mirada desde el sujeto- abre el horizonte hacia las redes sociales- propone mirar hacia adentro, cuestionar al propio terapeuta- instala la dimensión del Hombre en la perspectiva multidisciplinariaEste trabajo intenta generar una propuesta de discusión, que cuestione el modelo vigente, que inquiete dando lugar a discusión más que convertirse en conclusión, alrededor de la afirmación final: no se trata solo de “introducir una dimensión humanística” en la práctica profesional del TO, se trata de convertir a la Persona en el eje central del trabajo del TO.
Título: “La mirada desde la Psicología”
La carrera de Terapia Ocupacional se inicia en la Universidad Nacional del Litoral en 1985. El plan inicial preveía un desarrollo curricular de 4 años con 3655 horas cátedra. De ese total le correspondía al área humanista 525.horas desplegadas en seis materias: Psicología General, Psicología Evolutiva, Psicología de la Personalidad, Pedagogía General y Especial, Dinámica de Grupos y Orientación Vocacional.El crecimiento notable de la matrícula y las exigencias crecientes de capacitación llevaron a la necesidad de implementar en 1997 un nuevo plan de estudios: la Licenciatura en Terapia Ocupacional. Este nuevo Plan prevé un desarrollo académico mayor: 9 cuatrimestres y la presentación de una tesina final. Se desenvuelven en total 3600 horas cátedras. El área psicosocial se ha incrementado en horas y abordajes disciplinares. Se agregaron a las anteriores, materias nuevas: Antropología filosófica, Sociología, Psicología Social, Estética, Seguridad Social y legislación, Etica aplicada acumulando 630 horas para esta área. A todo esto habrá que sumar la interesante incorporación de materias optativas que se van configurando a partir de la oferta que docentes y alumnos encuentren motivadoras y funcionales. Hasta el presente las cátedras optativas propuestas han sido de predominante corte psicosocial. Se plantean como problemas de interés las estrategias de aprendizaje, la dinámica de grupos, la intervención comunitaria en minoridad, la preparación para la práctica en salud mental, cuestiones de psicología de la personalidad, distintas corrientes psicológicas como teorías cognitivas, sistémica, y psicoanálisis, estrategias preventivas a partir de la orientación vocacional- laboralSe observa en los alumnos otro discurso, otra actitud más centrada en el paciente como totalidad, preocupación por la subjetividad y por los aspectos socioculturales como indispensables en la comprensión de los fenómenos y en la eficacia de las intervenciones.El seguimiento de los egresados, tanto desde lo informal como desde su inserción en la ATOS, su asociación profesional, comienza a mostrar un patrón de creciente amplitud. La pujante creatividad de los egresados penetra en las necesidades de las comunidades donde se insertan y genera nuevos puestos de trabajo que desde los tradicionales relacionados a la problemática médica ortopédica, neurológica se abren cada vez más hacia problemáticas sociales como adicciones, violencia, minoridad y ancianidad en comunidad, desocupación y reinserción laboral en una economía crítica, prevención riesgos laborales, participación en educación no solo desde la inserción laboral sino como miembros activos del equipo de planificación y coordinación ante desafíos como la implementación del Nivel Polimodal, circuitos alternativos de educación no formal, etc.Ante estas nuevas demandas de formación y ejercicio de TO las distintas disciplinas cumplen importante papel, multiplican las miradas posibilitando la reconstrucción pluridimensional de lo real, al rescatar sus complejas facetas. La dimensión Psicosocial transita un momento de expansión y por lo tanto de necesaria revisión de su lugar en esta tarea. Es oportuno entonces preguntarnos:¿Qué puede aportar una mirada desde la Psicología?- es la mirada desde el sujeto, desde la persona que experimenta necesidades o padecimientos que demanden el quehacer profesional. Un ser humano, que en cualquier condición y en distintas etapas de la vida, desea encontrar su propio sentido. Necesita realizar aprendizajes activos, transformadores que recreando su experiencia le den otra dimensión a su Identidad. Requiere desarrollar ocupaciones integradoras que desplieguen su proyecto vital. Los desarrollos teóricos de la psicología proponen al TO, desde la perspectiva multidisciplinaria, conocer, comprender y dar voz a los sujetos que desean ( y no siempre logran) protagonizar sus sueños, encontrar oportunidades, reinventar esperanzas. Invitan a distinguir lo que el sujeto es de lo que muestra. No es un síntoma (un Down, un problema de mano, un depresivo o un desocupado) El síntoma congela algo que se quiere decir, algo que hay que encontrar. Es una metáfora que devela los modos singulares de organizar y dar significado a la experiencia de vida. A través de las palabras, del modo de enfrentar sus dificultades, concretar sus ocupaciones se puede comprender y facilitar que el sujeto comprenda cómo se representa a sí mismo y a su realidad, dónde se aloja lo sufriente, lo infructuoso en el desempeño de sus roles y en el sistema en que mueve. Y así, descubrir la posibilidad de realizar cambios. Y cambiando el modo de autopercibirse, de relacionarse, ocuparse, manejar sus instrumentos el sujeto se cambia a sí mismo. Todo proceso terapéutico es un proceso de cambio y transformación personal. Los desarrollos de la Psicología proponen andamios para transitar interrogantes y multiplicar alternativas, para encontrar a ese individuo en su singular modo de ocuparse y vivir- es la mirada desde las redes sociales humanas. El sujeto significa en un ambiente social, en una cultura determinada, siguiendo pautas que debemos comprender contextualmente, expresándose en el lenguaje verbal y ocupacional de su cultura Debajo de las taxonomías frías y masificantes puede escucharse una historia singular que siempre está enhebrada en una trama histórica- social particular. Se trata de ésta persona, en esta familia, en esta institución, en esta cultura. La dimensión psicosocial propone revisar los entramados de la cultura donde se construyen y sostiene creencias, valores, modelos ocupacionales. Especialmente hoy, cuando nuevos paradigmas culturales ( posmodernidad, globalización, complejidad) abren brechas con todo lo pasado y conocido, es un buen momento de análisis. Vemos generarse nuevos lazos de dependencia, nuevas formas de malestar, crece la sensación de vacío y desconcierto, el borramiento de las singularidades. Pero también se abren nuevos horizontes. El mundo se erige ante la ciencia ya no solo como materia sino como un sistema abierto de relaciones. Y por lo tanto abierto a otras posibilidades, todo está en movimiento, pequeños cambios pueden crear realidades nuevas. La fe en las posibilidades humanas es la corriente energética de nuevos modelos participativos.- es la mirada hacia adentro de nosotros mismos. En la intimidad de su encuentro Terapeuta y Paciente están presentes como Personas, intercambiando constantemente emociones, creencias, valores y prejuicios. Son participantes de un sistema interpersonal, se influyen mutuamente. Solo cuando el Terapeuta es capaz de tomar conciencia de sus sentimientos y tendencias a la acción está en condiciones de formular hipótesis sobre lo que ocurre y sobre lo que se puede cambiar (Safran) Conocer sus propias posibilidades y limitaciones permite recorrer los límites de la tarea. Evaluar las inquietudes y motivaciones personales, el por qué y para qué de sus prácticas posibilita administrar sus emociones y capitalizarlas en el vínculo terapéutico. Su propia humanidad es un importante instrumento. La psicología debe aportar elementos teóricos para esa comprensión y recursos técnicos para asegurar su operatividad.- es la dimensión del Hombre en la perspectiva multidisciplinaria. Toda práctica resulta de un andamiaje ideológico. Toda intervención se sustenta en un concepto antropológico. Los profesionales de la salud han sido históricamente influidos por concepciones teóricas provenientes de un modelo médico hegemónico sustentado en un paradigma científico racional. Así se atendió a la enfermedad antes que a la persona sufriente, se enfatizaron los déficits sobre los recursos, se privilegiaron abordajes asistenciales antes que la promoción de la salud, se cuadriculó en patologías el ser y el quehacer humanos. Este discurso penetra en el quehacer psicológico y en las disciplinas afines, favoreciendo prácticas clínicas e institucionales estereotipadas, y muchas veces ligadas al ejercicio del poder y control social Acompañar desde la mirada de la Psicología la formación de los TO es introducir un discurso que al mismo tiempo inquiete y cuestiones rigideces, permita abrir nuevas perspectivas centradas en el desarrollo humano, en la promoción de la salud y en la búsqueda de un despliegue vital con significado. Parafraseando a H. Fernández Alvarez podemos decir que, no se trata solo de “introducir una dimensión humanística” en la práctica profesional del TO, se trata de convertir a la Persona en el eje central del trabajo del TO. Una práctica en la que la persona encuentre, a través de la ocupación, sus propios significados y valores No los que imponga la praxis, con su escasez de recursos o sus preconceptos desvalorizantes, no los que sirvan a una adaptación mecánica al orden sociocultural dominante, sino como singularidades valorativas ligadas a su experiencia concreta y que signarán su ética personal.